¡Hola, cónyuges de la aventura!
Mañana, viernes 27 de marzo, debía estrenarse el live action de Mulan; por desgracia esto no ocurrirá debido a la complicada situación que estamos viviendo. Aún así, yo tenía esta entrada preparada y programada para hoy y cualquier excusa me parece buena para hablar de Mulan (o de cualquier otra película de Disney, en general).
Disney nos ha regalado historias durante muchísimos años. Unas más maduras que otras, la mayoría de ellas con un mensaje de esperanza o una enseñanza.
No he venido a hablar de lo mucho que mola aprender valores mientras te entretienes viendo una película, ni de si esta película es mejor que esta otra por H o por Y.
Hoy quiero hablar un poco sobre la representación femenina positiva en la ficción y dos modos diferentes de revindicar nuestra valía como mujeres en este tipo de obras narrativas, usando como ejemplo a Mulan y a Moana, porque doy por hecho que si me sigues en redes has visto estas películas, y también porque son dos caras de la misma moneda.
Comenzaré con Mulan, e intentaré no excederme demasiado.

Esta película nos cuenta la historia de Fa Mulan (inesperado, lo sé), una joven inquieta que no encaja en el concepto de feminidad que tiene la sociedad. Por lo tanto, la película nos sitúa en una sociedad sexista y machista, con una protagonista femenina que se siente encorsetada por los roles impuestos y que, tal y como expresa en su canción principal (Reflejo), no se ve capaz de cumplir ni quiere, pero ¿qué alternativa le queda? Es una mujer en un mundo de hombres; no tiene opciones, y si no cumple con el único deber que se le ha impuesto (casarse y parir), será una deshonra para la familia.
Sabemos que esto cambia en cuanto los hombres del emperador informan de la llegada de los invasores y su padre se ve obligado a participar en la guerra. Mulan, que es una chica muy lista, sabe que su padre ya no está para esos trotes y no va a permitir que pierda la vida por conceptos tan abstractos como el honor y el deber. Ella ya la ha cagado, así que no le importa cagarla un poco más para proteger a su padre. Le roba un par de cosillas, se disfraza de hombre y huye de casa, regalándonos en el proceso unas de las mejores escenas que ha parido el cine de animación y que a mí siempre me arranca alguna lagrimita.
Tal y como yo lo veo, el tema central de Mulan se resume en que todo el mundo, independientemente de su sexo, merece tener las mismas oportunidades y poder desarrollarse libremente. Para ello nos muestran un mundo próximo a nuestra realidad, donde todo tiene límites y los roles sociales están fuertemente marcados y eres castigada si te sales de ellos. Mulan vive reprimida; sabe no ha nacido para llevar vestidos bonitos, estar callada y casarse. No sabe cual es su misión en la vida, pero está segura de que no es esa, busca su camino, demuestra que puede hacer cosas. Tal vez no se le de bien ser lo que su sociedad considera que debe ser una mujer (y esto le afecta), pero acaba descubriendo que hay todo un mundo ahí fuera, lleno de oportunidades para encontrarse a sí misma y que, desgraciadamente, está reservado a los hombres.
Ella se infiltra en ese mundo, se convierte en alguien relevante en él y logra cosas que nunca habría imaginado ser capaz de hacer por haber nacido mujer y creer durante toda su vida que lo único en lo que debería convertirse es en una esposa. Mulan se convierte en una heroína. Salva china con tres hombres trasvestidos que la seguirían hasta la tumba y que la tienen por una líder y una igual. Consigue todo esto en un contexto que siempre la ha considerado un ser inferior y le ha llenado el camino de piedras. Lo consigue, simplemente, porque todos pensaban que era un hombre.
Al final se reconoce su valía como persona y logra sus objetivos: honrar a su familia y ser ella misma.
Otros ejemplos similares podrían ser las tramas de algunos personajes femeninos en Canción de Hielo y Fuego, la película de Aves de presa o la saga de Maravilia.
Hay muchos ejemplos de esta narrativa. Por desgracia la mayor parte del tiempo se usa más para maltratar a los personajes y como una excusa para su evolución (que no siempre es real) que para denunciar la problemática. Pero de estos tropos de mujer desvalida hablaré en otra entrada.

Moana, por otro lado, nos presenta una situación completamente opuesta: una sociedad idílica e igualitaria donde la protagonista está a punto de convertirse en líder y jefa del pueblo y a nadie le importa tres carajos que sea mujer. No sabemos si hubo más mujeres antes que ella, en la película no se nos muestra, pero si a nadie le sorprende deduzco que hubo mujeres liderando antes (y deduzco esto porque es algo que ya ha pasado a lo largo de la historia y las sociedades patriarcales han demostrado no encajarlo muy bien).
En otras palabras: normaliza ese ideal de equidad real que persigue el feminismo, donde todo el mundo tendría igualdad de oportunidades y nadie cuestionaría que si una mujer llega a un puesto de poder es porque «ha hecho favores» o que si tiene dotes de liderazgo y un carácter fuerte es una «mandona casacarrabias«.
Otro punto interesante de Moana es que, a pesar de contar con un protagonista masculino, son las mujeres las que llevan el peso de la trama:
Moana es la buscadora, encargada de encontrar a Maui para que éste devuelva el corazón a Te Fiti. Cosa que acaba haciendo ella (con un poco de apoyo por parte de Maui). A demás de que es ella, siempre, la que se las apaña para solucionar los problemas, ya sea mediante ingenio o habilidad.
La abuela es el referente y guía de la protagonista. Es la que la empuja a la misión suicida de cruzar el mar sin tener ni idea sobre navegación, porque tiene una fe ciega en ella y la ayuda en los momento de mayor necesidad, cuando está a punto de perderse a sí mima.
Por último está la madre que, lejos de ser la típica madre sobreprotectora, es la que apoya a su hija en toda esa locura de cruzar el mar. Sabe que Moana tiene razón y que su marido está paralizado (o cegado) por el miedo. Alguien tiene que hacer algo para salvar la isla y sabe que Moana está dispuesta a ello.
Durante su viaje descubre y muestra su potencial. Tiene un momento de flaqueza, pero no se cuestiona desde su sexo, sino desde sus capacidades en sí mismas, de ser realmente la elegida o haberse montado una película. Se sobrepone a el síndrome de la impostora esta caída, se da cuenta de todo lo que ya ha hecho y decide que no se va a acobardar en el último momento.
Regresa a casa como una heroína y como una líder.
Otros ejemplos en esta línea, de sociedades libres de sexismo casi en su totalidad, podrían ser Frozen o She-Ra y las princesas del poder. La verdad es que no se me ocurren muchas más.

Llegamos al final de la entrada, así que decidme: ¿qué opináis? ¿Se os ocurren más ejemplos del segundo tipo? ¿Preferís ver a los personajes enfrentándose al machismo o ya estás un poco cansadas y preferís mundos libres de él?
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